Desperdicio alimentario
Un problema global con solución en cada uno de nosotros
Contra el desperdicio alimentario
avid Esteller empezó en AECOC asesorando a las empresas en materia de eficiencia mediante la implantación de los estándares GS1 (códigos de barras, catálogos de productos, impresiones correctas, etc.) en sus procesos de gestión.
Lleva involucrado en acciones contra el desperdicio alimentario desde 2012, cuando en AECOC, gracias a la sensibilidad de su Consejo Directivo, se creó un departamento específico para esta materia en la que se buscaban oportunidades de mejora en este sentido.
Aunque a nivel personal ya había colaborado en alguna actividad de recogida de fondos y productos, el hecho de estar trabajando en este proyecto le ha permitido conocer muchos aspectos del desperdicio que anteriormente no conocía o en los que, simplemente, no reparaba. Como ejemplo, afirma que ahora vigila más la despensa y la nevera, las fechas de los alimentos, prevé menús, etc.
l pasado mes de septiembre organizaron desde AECOC el 6º punto de encuentro contra el desperdicio de alimentos. Pese a la concienciación ciudadana por el reciclaje, el aprovechamiento de los recursos y la importancia por la sostenibilidad, ¿aún se siguen desperdiciando tantos alimentos?
Según datos 2017, la FAO indica que un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo no llega a aprovecharse y se desperdicia.
¿Quién es el culpable de este desperdicio alimentario? El consumidor o… ¿son la industria o la sociedad quienes nos impulsan a ello?
No podemos hablar de “culpa”. En cada eslabón de la cadena de suministro se puede producir desperdicio en mayor o menor medida. A veces es inevitable. En el sector primario, por ejemplo, podemos tener una cosecha muy abundante y no encontrar destinatario para todo el producto excedentario. La búsqueda infructuosa de alternativas para aprovechar ese excedente son las que darán ese desperdicio alimentario.
En un entorno industrial, la efectividad y buen hacer en los procesos productivos son los que nos garantizaran generar menos residuos aprovechando al máximo los recursos disponibles.
Como consumidores, emplear con lógica los artículos adquiridos. Usar la imaginación para utilizar los excedentes se ha realizado toda la vida. La cocina tradicional está llena de ejemplos. Los canelones navideños resultantes de los restos del ‘puchero’ del día anterior, las croquetas resultantes de un cocido… Si sobra algo de un plato, siempre se puede emplear para elaborar o alegrar otro. Es cierto que el día a día y las agendas apretadas que acostumbramos a tener, a veces, nos quitan las ganas de hacer este esfuerzo. Pero hay que dar valor a estos alimentos y aprovecharlos en consecuencia.
Díganos alguna campaña que recuerde emprendida por AECOC por la lucha contra el desperdicio alimentario que haya supuesto todo un éxito.
Hace muy poco se ha llevado a cabo la “I semana contra el desperdicio alimentario”, en la que AECOC ha tenido el privilegio de coordinar a las empresas líderes de la distribución y la industria alimentaria, compañías de restauración, organizaciones del sector primario y de consumidores, con el apoyo del resto de asociaciones que representan a las empresas del sector… todos han unido esfuerzos para realizar una serie de acciones coordinadas en esta dirección. La iniciativa ha recibido también el soporte de principales chefs de la gastronomía española, como Juan Mari y Elena Arzak, Martín Berasategui, Pedro Subijana y Eneko Atxa, o los hermanos Roca.
Durante la semana se ha llevado a cabo una campaña de información al consumidor/sociedad en general en diversos escenarios y canales como puntos de venta (distribución, mercados municipales) y locales de restauración, así como webs, redes sociales y folletos de la industria y la distribución, centros de educación primaria, comedores escolares, todo ello bajo un hashtag común (#AlimentaciónSinDesperdicio) y con mensajes en redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter y blogs, donde se han ofrecido consejos e iniciativas para el aprovechamiento de los alimentos.
¿En qué trabaja concretamente su departamento?
El proyecto AECOC contra el desperdicio alimentario busca ejemplos de buenas prácticas realizadas por las empresas, tanto a nivel de prevención como de reaprovechamiento, y les da difusión. Una vez al año realizamos un punto de encuentro gratuito en el que el público puede ver algunas de estas buenas prácticas, tanto nacionales como extranjeras, y participar en directo en coloquios y preguntando dudas o aportando opiniones.
Colaboramos con bancos de alimentos y entidades beneficiarias formando a sus voluntarios en materia de manipulación de alimentos y seguridad e higiene alimentaria.
Con ayuda de los miembros del Comité de desperdicio alimentario buscamos, también, trasladar a los consumidores la importancia de dar a los alimentos el valor que realmente tienen.
También hemos colaborado con las administraciones públicas, centrales y autonómicas, aportando el punto de vista, las inquietudes y las necesidades de las empresas en materia de desperdicio alimentario.
¿Queda mucho camino que recorrer hacia la consecución del ‘Hambre cero’?
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible indican en sus objetivos para 2030 que es necesario poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, hacia una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
Todas las organizaciones, empresas, consumidores, etc. que estamos trabajando en esto esperamos conseguirlo.
¿Qué primer y más importante consejo daría al ciudadano de a pie, entorno al aprovechamiento alimentario?
Personalmente yo recomendaría realizar una compra responsable, planificando qué es lo que vamos a necesitar, en función de los menús que diseñemos en casa y los alimentos de los que disponemos en la despensa y la nevera.
Después recomendaría ser imaginativo con los excedentes. Unos restos de pollo se pueden emplear en una ensalada, para hacer croquetas o empanadillas, para alegrar unos macarrones, decorar una pizza…. antes que tirarlos y generar desperdicio.
Los alimentos tienen un valor, más allá del monetario, que hay que respetar.
¿Ve necesaria más concienciación a las y los niños en las escuelas?
¿Con la instalación, por ejemplo, de composteras que transformen esos alimentos sobrantes en futuro compost?
Es necesaria la formación, el conocimiento y la concienciación. No solo de los niños, sino de todos los consumidores.
Empezar esta tarea por las escuelas, que son las encargadas, junto con los padres, de transmitir valores y enseñanzas a las nuevas generaciones, me parece una iniciativa magnifica.
Por otro lado, la posibilidad de instalar composteras dependerá en mucho del entorno en el que nos encontremos. Veo muy difícil su aplicación, por ejemplo, en grandes ciudades por la dificultad que puede tener su instalación y gestión. No obstante, hay multitud de actividades que se pueden hacer para prevenir y educar. Hay ejemplos de escuelas que realizan actividades en el comedor tales como pesar los residuos que quedan en el plato y marcan objetivos de reducción de los mismos.
Un gran foco de desperdicio alimentario lo observamos, por ejemplo, en las cadenas hoteleras. Empezando por esos desayunos buffet, en los que el ciudadano llena su bandeja hasta rebosar y en muchos casos, nunca consume toda esa comida. ¿Qué solución ve a un supuesto de este modo?
Hace falta formación, educación y concienciación. Tenemos que ser lo suficientemente responsables como para no llenar el plato con aquello que no vayamos a consumir.
¿En qué campañas se encuentran actualmente inmersos o van a iniciar en breve respecto a la problemática del desperdicio?
Después de la buena acogida de la I semana contra el desperdicio alimentario, es una buena idea empezar a preparar la segunda y continuar realizando acciones de concienciación de cara a los consumidores y trabajando con las empresas para que sus procesos sean lo más eficientes posibles.
¿Hay apoyo contra el desperdicio alimentario por parte de las instituciones públicas?
Las instituciones públicas tienen muy presente este problema. Sirva como ejemplo la reciente publicación de una comisión de estudio sobre el desperdicio alimentario por parte del senado o las proposiciones de ley en las que trabajan algunas comunidades autónomas.